Ana Sánchez Palomero – La PYME, el Patito Feo que se Convirtió en Cisne

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La PYME, el Patito Feo que se Convirtió en Cisne

Las PYMES son mucho más que el sustento de la economía española, son el emprendimiento personal. Son los nietos de una familia que amparó aquel pequeño almacén en plena posguerra, el mismo que en pleno Siglo XXI sigue librando más de una batalla. Batallas con nombre de inflación, apellidos de estanflación y empadronadas en la calle de la desaceleración del crecimiento. Las PYMES son la vía de escape a la explotación, la indemnización de aquel despedido, la única esperanza de unos hijos ansiosos por ir a la universidad. En resumen, el amor propio y feroz por reinventarse.

Caminante no hay camino se hace camino al andar, ya lo decía Machado. Cuál visionario auguraba un largo viaje, un sinfín de obstáculos donde el mundo de las empresas no iba a ser menos. Y es por eso por lo que los muchos o pocos viajeros de esta travesía tenemos un deber; derribarlo, todos ellos a nuestro paso. Implicarnos, valorarnos, vaciarnos y llenarnos pero sobre todo quejarnos. Hacerlo de la aprobación social de las empresas, las mismas que no se desarrollan a espaldas de la moralidad. Quejarnos de las sombras de ese maldito techo de cristal que nos impide descubrir un firmamento de igualdad y empoderamiento individual. Y que curioso esto cuando la sombra de un cristal nunca existió, como no debería hacerlo ese coste personal que supone desarrollarse profesionalmente cuando el DNI marca una F en el género. Eliminar la maternidad como esa invalidez laboral, esa no disponibilidad, esa condicional natural que nos encasilla a las mujeres como anti-trabajadoras. Que el triple papel de madre, esposa y directiva se asiente en una obra teatral titulada “una justicia social, un reconocimiento”. Que las empresarias de hoy inspiren a las niñas de mañana a transgredir roles y estereotipos de género tradicionalmente asignados, a verse guapas e inteligentes con un traje de chaqueta. A sobrevivir en un mundo, como diría una buena amiga, de igualdad de oportunidades y libertad en la toma de decisiones pues el resto ya depende de cada uno.

Quejarnos de prejuicios que nos envuelven en papeles usureros, de maleantes, de delincuentes. Que juntos escribamos la palabra trabajador con T de Talento, de Transparencia, de Te lo mereces, con T de Ti. Que entendamos que cuando el líder no se implica en el problema, termina siendo parte de este. Que todos los puestos de trabajo son temporales, hasta los que duran toda la vida. Que el fracaso es parte del proceso, que conformarse es la muerte agonizante de cualquier organización y que el mayor pago en B es en Bienestar. Que todos tus balances sean positivos, buscando que la igualdad reine en tu activo, pasivo pero especialmente en tu empresa. Que la humildad no entiende de cargos, que aprender es antónimo de perder, que sin juniors no hay seniors.

Enseñar al mundo que el engaño no forma parte de ninguna de las siglas de la RSC, que las primeras y peores fronteras empiezan desde casa pero sobre todo que las empresas como la vida se basan en una suma de todo lo que no te resta y que todo lo que te resta te lleva a seguir sumando. Que nuestra siguiente lección sea entender que los compañeros competitivos son un regalo, no una amenaza. Que bajo un marco competitivo cada vez más equilibrado, seguimos sumergidos en una baja internacionalización, desinformación y digitalización. Que la gestión de la calidad debería cubrir todas las letras del alfabeto no solo las de ISO, que la consonante muda deje de ser esa ISO 30408, la misma que habla del buen clima laboral.

Ojalá pronto ser buen profesional gané al mal sistema, ojalá siempre quedemos unos, aunque sea pocos, que veamos en las pymes ese patito feo que se convirtió en cisne. Ojalá las quejas algún día se conviertan en soluciones, ojalá sean muchos encuentros hablando de empresas.

 

 

Graduada en Gestión de Pequeñas y Medianas Empresas en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Salamanca