Elisa Botella Rodríguez y Esther Sánchez Sánchez – Historia e instituciones económicas: claves para entender el crecimiento en el largo plazo

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Historia e instituciones económicas: claves para entender el crecimiento en el largo plazo

‘La historia de una institución humana (es el) resultado de innumerables decisiones tomadas por empresarios individuales, propietarios y directivos… Las situaciones en las que se tomaban esas decisiones variaban de un país a otro, de un sector a otro y hasta de períodos de tiempo por razones económicas –disponibilidad de mercados, condiciones de aprovisionamiento, volumen de capital o disponibilidad de mano de obra– por razones culturales –sistemas legales y educativos–pero sobre todo, por razones tecnológicas’ (Chandler, 1996: p. 18).

Las asignaturas de Historia Económica dentro de los diferentes grados y postgrados impartidos en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Salamanca permiten a nuestros alumnos comprender el proceso de desarrollo económico, así como explicar la evolución social del hombre a partir de las variables económicas. Resultan imprescindibles para entender los procesos, cambios y crisis presentes, y adquirir un conocimiento básico del contexto histórico de las transformaciones económicas. Utilizamos de este modo la historia para enriquecer la economía y empleamos la economía como instrumento auxiliar para explicar la historia. Las asignaturas de Historia Económica también promueven la capacidad de pensar y razonar en términos económicos una realidad compleja (por la interrelación de las variables y los continuos cambios experimentados). Los alumnos de las asignaturas de Historia Económica, por lo tanto, desarrollan habilidades para relacionar y entender cómo el pasado condiciona las diferentes historia e instituciones económicas posibilidades de los agentes económicos del presente, e influye, a su vez, en las opciones del futuro, aunque no las determina.

Del mismo modo, la historia y la economía son disciplinas complementarias para otros grados y asignaturas impartidas en la Universidad de Salamanca. Éste es el ejemplo de Historia y Fundamentos de Economía, asignatura optativa incluida en los Grados de Historia, Geografía, Humanidades, Historia de la Música e Historia del Arte. Los alumnos de estos grados tratan de conocer los principios básicos de la economía, desarrollan los medios para hacer análisis económicos sencillos (que tanto les asustan) de los procesos históricos y del comportamiento humano, y además, adquieren los rudimentos metodológicos necesarios para completar el resto de asignaturas e interpretar con claves económicas la historia, la actualidad y la geografía.

En particular, las herramientas proporcionadas por las asignaturas de historia económica permiten a nuestros alumnos comenzar a entender y tomar parte en los debates sobre la importancia del crecimiento en el largo plazo y las diferencias en los niveles de bienestar entre las naciones. Ésta ha sido una obsesión de los científicos sociales desde que Adam Smith publicara su Riqueza de las naciones en 1776. La geografía, las condiciones climáticas, las dotaciones de capital humano y de recursos naturales, la cultura, las políticas económicas y las instituciones han sido factores en los que, entre otros, se han basado algunas de las más difundidas explicaciones de los distintos patrones de desarrollo económico. Esta búsqueda, lejos de darse por concluida, ha seguido orientando la investigación académica, animada por el creciente contraste que sigue observándose entre las naciones, en especial cuando se contemplan con cierta perspectiva histórica los actuales países ricos frente a los países pobres. Esta búsqueda ha propiciado una aproximación más clara entre la economía, la historia y el desarrollo económico y social.

Dasgupta (2016), en su Breve Introducción a la Economía, reivindica estos elementos para entender las historias de vida de dos niñas en un país desarrollado y otro menos desarrollado, la importancia de los derechos de propiedad y las instituciones. La actividad económica es presentada por Dasgupta (2016) como una acción humana que obedece las reglas de una sociedad concreta y su historia, pero que no puede desligarse de las que existen en un ámbito global, que la condicionan y determinan.

Hasta tiempos relativamente recientes, los economistas estudiaban la historia económica de la misma manera que analizaban la historia política y social. Trataban de identificar explicaciones y motores de crecimiento en determinados países y regiones. Defendían las características únicas de los acontecimientos estudiados como punto principal de sus argumentaciones. De ahí las preguntas clásicas en torno a los condicionantes de la Primera Revolución Industrial y ¿por qué se produjo en Inglaterra en el siglo XVIII? Para contextualizar estas preguntas, sin embargo, se necesitaba una investigación histórica previa muy significativa. La utilización de enfoques historia e instituciones económicas estadísticos para estudiar el pasado se ha extendido, en las últimas décadas, entre economistas e historiadores. Esta nueva metodología se acerca bastante a la teoría económica, poniendo énfasis en la generalidad de los procesos que dan forma a los acontecimientos, pero no en las diferencias. Adopta la visión de que una teoría debería descubrir o revelar aquellas características que son comunes entre diferentes patrones económicos en distintos lugares y momentos. Reconoce que dos economías nunca presentan las mismas características ni la misma dotación de factores (trabajo, tierra y capital). Pero el trabajo de los economistas modernos se basa en los paralelismos y aspectos comunes de la experiencia humana y no tanto en las diferencias.

En este sentido, destaca el debate historiográfico sobre ‘la gran divergencia’, término acuñado por Samuel Huntington, y utilizado posteriormente por muchos otros (Kenneth Pomeranz, Robert Allen o el mismo David Landes) al analizar comparativamente y en el largo plazo el desarrollo económico entre Oriente y Occidente desde el comienzo del siglo XVIII y cuyo esplendor y clara dominación occidental se produjo en el siglo XIX y buena parte del siglo XX. Esta divergencia definida por Eric Jones en 1981 como el ‘milagro europeo’, analiza el proceso por el cual el mundo occidental (inicialmente Europa y posteriormente América del Norte) progresó y dominó técnica, económica, política y militarmente, eclipsando a las sociedades premodernas orientales como la China de los Qing, el Imperio Otomano, el Imperio Mogol o el Japón de los Tokugawa.

Las aportaciones de Angus Maddison fueron fundamentales para el estudio comparativo del crecimiento económico en el largo plazo. Este economista británico dejó sin duda uno de los legados más relevantes de la segunda mitad del siglo XX para el estudio de la Economía Mundial, destacando la recopilación de datos y la elaboración pionera de estadísticas de largo plazo pero también su interpretación del desarrollo de las economías capitalistas avanzadas. En este sentido, destaca su investigación sobre las causas del atraso de las economías menos desarrolladas y su análisis comparativo de los patrones de desarrollo económico y cambio estructural mundial.

David S. Landes (1998), partiendo de la obra clásica La riqueza de las naciones, de Adam Smith, cuenta la larga y fascinante historia de la creación de la riqueza, las trayectorias de vencedores y perdedores, el auge y declive de las naciones. Para Landes, el progreso económico es una compleja interacción de costumbres culturales y circunstancias históricas. En su libro La riqueza y la pobreza de las naciones ¿por qué algunas son tan ricas y otras tan pobres?, Landes presenta un enfoque comparativo por regiones, planteando cómo desde hace seiscientos años la economía mundial más próspera ha sido, fundamentalmente, europea. A partir de la segunda mitad del siglo XX, la balanza ha comenzado a decantarse hacia Asia, donde países como Japón han crecido de manera espectacular (con tasas de crecimiento del PIB pc. del 8% durante la Edad Dorada del Capitalismo, 1950-1973).

Otros historiadores económicos como Robert Fogel (Premio en memoria de A. Nobel de Economía en 1993 junto a Douglas North, padre de la nueva economía institucional), sugirieron que un factor significativo del crecimiento económico en el largo plazo es una buena salud, resultado de un adecuado nivel nutricional. Fogel estimó que, en Gran Bretaña, en 1780, aproximadamente una de cada cinco personas estaba tan desnutrida que era incapaz de realizar trabajos manuales. Entre aquellos que podían trabajar, la ingestión insuficiente de kilocalorías reducía sustancialmente su rendimiento laboral. A medida que mejoraban los niveles nutricionales y la ingesta kilocalórica de los trabajadores también lo hacía su productividad. Aunque durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la malnutrición ha sido una constante, durante los tres últimos siglos la relación entre el desarrollo tecnológico y la fisiología humana ha permitido doblar la longevidad media y aumentar la talla media corporal en más del 50%. Para esta disciplina, conocida como antropometría, unos humanos más altos y saludables han ayudado a acelerar el crecimiento económico y el cambio tecnológico (Fogel, 2009).

En este largo debate sobre las claves y condicionantes de los procesos de desarrollo e industrialización, cada vez más autores señalan la importancia de la historia, las desigualdades económicas y las instituciones. La obra del geógrafo Jared Diamond Armas, gérmenes y acero cuestiona la prepotente visión occidental del progreso humano y nos ayuda a comprender el mundo moderno y sus desigualdades. Hace 13.000 años la evolución de las distintas sociedades humanas comenzó a tomar sendas diferentes. La adelantada domesticación de animales y el cultivo de plantas silvestres en el Creciente Fértil, China, Mesoamérica y otras zonas geográficas otorgó una ventaja inicial a sus habitantes, dando comienzo la primera Revolución Agraria de la historia. Los orígenes localizados de la agricultura y la ganadería son solo una parte de la explicación de los diferentes patrones de desarrollo. Las sociedades que superaron esta fase de cazadores-recolectores se encontraron con más posibilidades de desarrollo, supervivencia y poder bélico. Para Diamond (2016), en el siglo XVI el gap tecnológico entre los países de Europa occidental y las Américas era tan grande que una combinación de pistolas, acero y enfermedades europeas permitieron a pequeños grupos de colonizadores invadir el nuevo mundo.

Dentro de esta discusión destacan las contribuciones recientes de economistas como Daron Acemoglu y James A. Robinson (Por qué fracasan los países, 2014). Para estos economistas del MIT y la Universidad de Chicago las élites extractivas de un país son aquellas que se apartan de la obtención del bien común y dedican sus esfuerzos a su propio bienestar. Las instituciones extractivas concentran el poder en manos de un grupo reducido, que apenas encuentra límites en el ejercicio de su poder. Estas élites elaboran un sistema de captura de rentas (rent seeking and vested interests) que les permite, sin crear riqueza, substraer rentas de la mayor parte de la ciudadanía en beneficio propio. La enfermedad holandesa y el nuevo historia e instituciones económicas extractivismo en América Latina muestran estas limitaciones en diferentes etapas de su desarrollo económico a lo largo del siglo XX. El enfoque de estos autores parte claramente de la obra de Landes (1998) y presenta un cuidado estudio comparativo de casos históricos y actuales, desde la antigua Roma pasando por el absolutismo de los Tudor y llegando a la China moderna. Su análisis comparativo entre Nogales (Arizona) y Nogales (Sonora) resulta muy original. Ambas ciudades tienen la misma población, cultura y situación geográfica, pero ¿Por qué una es rica y la otra pobre? ¿Por qué Botsuana es uno de los países africanos con mayor desarrollo y, en cambio, sus vecinos Zimbabue, Congo o Sierra Leona presentan unos niveles de pobreza tan elevados? ¿Por qué Corea del Norte es uno de los países más pobres del mundo y Corea del Sur uno de los más adelantados? En el este asiático la existencia de lo que Evans (1995) denomina ‘Embedded autonomy’ fue la piedra angular del Estado desarrollador (no desarrollista) y su efectividad tras la Segunda Guerra Mundial. Se generaron un conjunto de conexiones que unieron al Estado de manera íntima y determinante con grupos sociales particulares con los que compartía un proyecto conjunto de transformación (Evans 1995: 50-59). Dani Rodrik (1995, p. 92-93) concluye que la ventaja inicial dada por una distribución igualitaria de la riqueza y los ingresos en los países del este asiático a partir de 1945 fue probablemente la principal y única razón que explica la correcta intervención extensiva del gobierno, sin dar lugar a comportamientos de rent seeking.

Por último, para el economista británico Angus Deaton (2015), Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel en 2015, los avances de la medicina supusieron para gran parte de la humanidad el ‘Gran Escape’ respecto a muchas enfermedades mortales y privaciones. Pero en la actualidad el mundo sigue siendo crecientemente desigual a pesar de contar con personas saludables que tienen acceso a los bienes y servicios básicos del Estado de Bienestar. Para Deaton (2015), los mecanismos que durante los últimos dos siglos y medio permitieron a los países industrializados experimentar un progreso sostenido sin precedentes son los mismos que han ampliado la brecha entre los que se desarrollaron y los que se quedaron atrás. En este escenario, la ayuda externa a los países pobres a menudo perpetúa la existencia de gobiernos débiles, depredadores o capturados por comportamientos de búsqueda de rentas, instituciones débiles y políticas muy poco eficientes para el bienestar económico y social.

 

Referencias

Acemoglu, D. y Robinson, J. (2014): ¿Por qué los países fracasan? Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Deusto Ediciones.

Chandler, A.D., Jr. (1996): Escala y Diversificación. La dinámica del capitalismo industrial, 2 vols. Prensas universitarias de Zaragoza.

Dasgupta, P. (2016): Economía: una breve introducción. Alianza Editorial.

Deaton, A. (2015): El gran escape. Salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad. Fondo de Cultura Económica. Madrid.

Diamond, J. (2016): Armas, gérmenes y acero: Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años. Debolsillo.

Evans, P. (1995): Embedded Autonomy. States and Industrial Transformation. Princeton University Press.

Fogel, R. (2009): Escapar del hambre y la muerte prematura, 1700-2100: Europa, América y el Tercer Mundo. Alianza Ensayo.

Huntington, S. P. (1996): The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order. New York: Simon & Schuster.

Jones, E. L. (1981): The European Miracle. Environments, Economies and Geopolitics in the History of Europe and Asia. Cambridge University Press.

Landes, D. (1998): La riqueza y la pobreza de las naciones. Por qué unas son tan ricas y otras tan pobres. Crítica Barcelona.

Maddison, A. (2001): The World Economy, Volume 1: A Millennial Perspective. OECD Publishing.

Maddison, A. (2007): Contours of the World Economy, 1–2030 AD: Essays in Macro-Economic History. Oxford University Press.

Pomeranz, K. (2000): The Great Divergence: China, Europe, and the Making of the Modern World Economy. Princeton University Press.

Rodrik, D. (1995): ‘Getting Interventions Right: How South Korea and Taiwan Grew Rich,’ Economic Policy 20, pp. 55-107.

Smith. A. (1776): La Riqueza de las Naciones. Alianza Editorial.

 

Elisa y Esther son profesoras del área de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Salamanca. Elisa es Doctora en Economía de América Latina por la Universidad de Londres. Sus investigaciones se centran en la historia agraria de América Latina desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, sobre todo en los casos de Cuba, Costa Rica y Brasil. Fue Vicedecana de Economía en la Facultad de Economía y Empresa. Esther es Doctora en Historia por las Universidades de Salamanca y Sorbona-Paris IV. Es especialista en la historia de las relaciones franco-españolas y el papel de las grandes multinacionales francesas en el desarrollo socio-económico de España en el siglo XX.